5.08.2009

CRÓNICAS DEL VIEJO MUNDO

Estupefacción

“Desconcierto, estupor, pasmo, asombro, admiración, sorpresa”
“Sorpresa o asombro tan grandes que dejan al que lo padece atónito e incapaz de reaccionar”.
Así se define en algunos diccionarios la palabra “Estupefacción”.

La verdad es que así me siento cuando veo el desarrollo de los acontecimientos actuales. Podría pensarse que, para una persona que ha estado informada por adelantado sobre estos acontecimientos que acertadamente profetizó el mayor profeta de todos los tiempos, Jesucristo, estos sucesos no deberían admirarle, y mucho menos hacerlo sentir “estupefacción” o “estupor”. Sin embargo, y para mi propia sorpresa, es así, precisamente como me siento.

Tal vez la explicación radique en el hecho de que al ser testigo ocular del agravamiento de los hechos actuales (la descarada desfachatez de mucha gente a quienes no les interesa para nada los valores de antaño y mucho menos las normas morales establecidas por el Creador, el deterioro acelerado de la sociedad actual, la degradación galopante en todas partes del mundo y la conquista de la autoridad por parte de “gente desafiadora de ley”, como sentencia la Biblia- entre muchas otras “gracias” de nuestro mundo actual.), nuestra visión sea más objetiva y “realista” que cuando simplemente pregonábamos estos sucesos que estaban por venir.

No sé si llamar “ventaja” a ésta, nuestra realidad, al compararla con la de nuestros jóvenes que nacieron en un mundo ya turbulento e inmoral. Pero el caso es que los que nacimos hace unos 50 años o más, podemos tener ese factor de comparación, en desmedro de los jóvenes que no lo tienen, y que han crecido con la tonada de que “siempre el mundo ha sido así”. El caso es que NO SIEMPRE HA SIDO ASÍ. NO SEÑOR. Nuestro mundo era mucho mas soportable, y a veces hasta amigable. Había respeto por la autoridad, vergüenza por los hechos reñidos con la moral.

Obviamente siempre ha existido la maldad y la corrupción, pero ésta se ocultaba con vergüenza o por simple hipocresía. Pero hoy se cuelgan en un tendedero en las plazas públicas y a nadie parece importarle. A nadie, menos a los que “de día en día atormentan su alma justa a causa de los hechos desaforados de ellos”. (2 Pedro Cap.2). Lo interesante de todo esto, es que están comenzando a aparecer personas, que sin un conocimiento bíblico previo, están “estupefactas” por lo que ocurre en el mundo. Antes había que remitirse a los registros históricos de mediano plazo, para probar que habían comenzado los “últimos días” donde hacían su “entrada”, las “guerras”, “terremotos”, “pestes en un lugar tras otro”, “escaseces de alimento”, “aumento del desafuero” (indicios de la “señal compuesta” indicadas en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas).

Sin embargo, hoy, no es necesario ni siquiera mencionar las estadísticas históricas. Los “estupefactos” se topan con estas señales todos los días, y más de alguna les ha alcanzado a ellos personalmente. Están asustados. Están “estupefactos”. Y por ello murmuran. “...y pensar que los Testigos (de Jehová), siempre nos hablaron de estas cosas...”

... Bendita estupefacción.!!!!!

He’Mem.
Mayo 2009.-