5.24.2010

Héroes ¿Anónimos?

LOS HÉROES ¿ANÓNIMOS?


Ayer noche, estaba viendo un programa de TV de mi país, donde a propósito de la conmemoración de una fecha cívica-marina, se enaltecía a varios personajes elevándolos a categorías de “héroes”. Y la verdad que de tanto ver cómo se les enaltecía y admiraba por sus cualidades y entrega a sus ideales, hasta sin quererlo, uno se sentía inclinado a sentir admiración por ellos y por su valor. Y ahí me quedé pensando… “Ellos son recordados en la historia de la nación, son inmortalizados en estatuas y monumentos en plazas y avenidas públicas. Sus nombres se perpetuán en denominaciones de calles, avenidas y edificios. Todos quieren seguir su ejemplo y emular sus pasos.”



Pero si lo meditamos… ¿qué han hecho ellos a favor de su prójimo?... ¿Qué acto altruista y digno de imitar realizaron? Solo se limitaron, como ellos mismos dijeron, “a cumplir con su deber”. Siguieron el mandato dogmático y abyecto de sus superiores, de ofrendar su vida para defender una posición política, muchas veces originada por ambiciones territoriales o económicas. Sus eslogan muestran un absoluto desinterés por su prójimo a quien consideran su “enemigo”, y por lo tanto merecedores de la aniquilación en aras de la “seguridad de sus ciudadanos”. El orgullo y la soberbia les hincha el pecho con arengas encendidas y dogmáticas: “Preferible morir con gloria que vivir con deshonor”, “Por la fuerza o la razón”, “Solo los cobardes se rinden”, son algunas de sus máximas, que no toman en cuenta al prójimo que está en el bando contrario de turno.



Sin embargo… ¿no es cierto que a ellos se le podría aplicar el principio que encontramos en El Salmo 5?: “…no pueden los jactanciosos tomar su puesto enfrente de tus ojos… al hombre de derramamiento de sangre y de engaño, Jehová lo detesta.” (Vers.5 y 6). Pero eso el mundo no lo entiende. Sus propios valores están muy lejos de los del Altísimo. Para el mundo oscuro la bondad, el altruismo, en sacrificio por el bienestar de los demás, son cosas ridículas y necias. Jamás llamarán una calle o una avenida con el nombre de algún siervo de Jehová. Para ellos los leales de Jehová, son nada, indignos de ser enaltecidos, anti-héroes. Pero no es así para el Soberano universal. Para él son más que simples héroes anónimos. Son joyas de inmenso valor… todos ellos, sin excepción. Porque para Dios, lo que vale es el corazón y el amor que sienten por su prójimo y especialmente por sus hermanos. Y no importa que nosotros no los conozcamos a todos, ni las cosas que hicieron… Jehová los conoce, y Él perpetuará sus nombres para siempre, porque “a quién se ensalza humillará y a quien se humilla ensalzará”



Hombres y mujeres anónimos para el mundo… héroes y mártires para Dios. El apóstol Pablo se refirió a ellos en su carta a los Hebreos: “… que por fe derrotaron reinos en conflicto… recibieron la prueba por mofas y azotes, por cadenas y prisiones, fueron apedreados, acerrados en pedazos, degollados a espada, andando en pieles de ovejas…. Y el mundo no era digno de ellos.” (Hebs. 11:33-40) Ni lo es aún ahora.



No, no necesitamos que nominen calles y monumentos con nuestros nombres o memoria. Ya están nominados con hierro de marcar en el libro de la vida de Jehová…. Y de allí… nadie los podrá remover, son héroes… héroes anónimos para el mundo, conocidos y amados por Jehová.

5.17.2010

Para una vasija de barro, más valiosa que el oro...

"Érase una vez....
El universo está sembrado y se expande en vuestra mente.
Pululan en ella las estrellas de Sus obras las más bellas.

Con solo cerrar los ojos contemplas Su creación,
aún cuando si los abres no veas de la rosa ni un botón.

Con tus manos...oh sí, con ellas, haces de las cosas,
cosas bellas, nacen obras de tu mente
que despiertan el asombro de la gente.

Érase una vez... una vasija de barro...
con una rosa de oro por corazón.”
J.S.
2010

5.08.2010

EL QUINTO ELEMENTO

El quinto elemento
    Los estudiantes de la Biblia, conocen las diferentes facetas del mundo de Satanás, o más bien, los elementos que lo componen y que sirven a  los propósitos malévolos del principal enemigo del Creador. Por ello, el libro Sagrado de los cristianos, la Biblia, los posesiona en el Apocalipsis, al final de los tiempos. Estos son; El imperio político, El imperio Religioso, el imperio militar y armamentista, El imperio de la diversión ó entretenimiento, y… El Imperio comercial y financiero. A este último, lo llamaremos…"El quinto Elemento".
   Nos vamos a detener en este elemento aparentemente… (Solo "aparentemente"), mas inofensivo que los otros cuatro elementos mencionados.
    Su eficacia radica precisamente en su aparentemente inocuidad o  nula peligrosidad.  Sin embargo, nada está más lejos de la realidad. Ha sido (y sigue siendo) el causante del desmoronamiento espiritual de muchos siervos de Dios. No en vano el Apóstol Pablo hizo referencia indirecta a él cuando dijo: "Los que están resueltos a ser ricos, caen en tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y perjudiciales, que precipitan a los hombres (y mujeres) en destrucción y ruina (…)y han sido descarriados de la fe y se han acribillado con muchos dolores"    (1 Tim. 5:18).
    Es menester, sin embargo, hacer una clara diferencia entre el comercio, como una profesión o trabajo digno, y el comercio avaro y despótico que persigue el enriquecimiento inicuo basado en la opresión y la usura. Las grandes cadenas comerciales de hoy, en su mayoría, no respetan las leyes establecidas que rigen al llamado "libre comercio", el cual, se supone, regula las transacciones comerciales entre las entidades o personas que lo utilizan.
  Veamos primero, cómo este "quinto elemento" ha afectado la vida de todos los que debemos subsistir en estos difíciles "últimos días".
   Debido a la creciente corrupción en todos los "elementos" de este sistema corrupto y en manos de Satanás, la vida que podríamos calificar como "normal", hace tiempo que ha desaparecido. Los grandes grupos comerciales han dejado atrás sus caretas hipócritas  de "servicio al cliente", para mostrar su fea cara de avaricia y usura descarada. Riéndose de las leyes nacionales e internacionales, las grandes compañías financieras y comerciales, se ha unido para crear en todas partes, grandes grupos económicos o Imperios comerciales y financieros, de modo que se han deshecho de sus competidores y han establecido precios y tarifas desproporcionadas y usureras fraguadas en la mesa de acuerdos secretos y confabulaciones comerciales.
    Ha aparecido el Imperio de los grandes Monopolios Nacionales  e  Internacionales. Al poseer cada vez más exclusividad y casi nula competencia, usan y abusan de los cada vez más alicaídos bolsillos de sus "clientes". Por ello usted notará que ya no se habla en la propaganda comercial de artículos "hechos para durar". Claro, no les interesa que duren… No es negocio para ellos.
    Pero, usted se preguntará, "¿Por qué no aprovechan esta disyuntiva, comerciantes o industriales honestos para así ganar clientes cansados de que les vendan cosas de calidad inferior a precios altos? Podría ser un gran negocio para ellos…". Pues… porque no los dejan. Los monopolios controlan todo sector o ámbito de su interés. Y si alguien se atreve a desafiarlos, sus ejércitos de abogados corruptos, se encargan de "hacer desaparecer la competencia". Entonces, debemos "agradecer" a estos "Imperios de la usura", el que tengamos cosas que no duran nada, a precios que se llevan todo.
    Este espíritu avaro generalizado, se puede ver en los productos elaborados, embasados y exhibidos en los supermercados. Veamos algunos Ejemplos:
    Fósforos: Envases y fósforos de madera, han cedido lugar a envases y cerillos de cartulina barata. ¿Bajaron sus precios? Al contrario, subieron. Claro, aparecieron envases metálicos de primorosa presentación, pero a precios que de primorosos no tienen nada. Algunos envases siguen siendo de madera, sin embargo han reducido su tamaño y cantidad de unidades, pero el precio no. 


Perfumes y colonias: Aunque siempre los perfumes han sido caros, ahora uno bueno no lo encuentra a menos de US$ 80. Pero hay una forma más sutil de vaciarle los bolsillos a los usuarios: Los primorosos envases. Se alargan en tamaño, pero se adelgaza su volumen, de modo que a simple vista mantienen o agrandan su tamaño, pero disminuyen el volumen o capacidad… y por el mismo precio o mayor. Tema aparte son las cajas que los contienen, que le hacen creer que adquiere un tamaño regular y conveniente, para descubrir que en su interior hay un envase bastante más pequeño, acomodado en el interior entre elaborados pliegues de cartón que lo sujetan.

Para qué mencionar las cajas que contienen sujetapapeles, clips, botones o productos similares. Le ofrecen una caja de tamaño mayor y, por supuesto, de precio también mayor. Y cuando usted descubre que su contenido no alcanza a superar ni la mitad del envase, se dispone a reclamar al vendedor. Solo para recibir una sonriente explicación de que usted no reparó en las descripciones del producto anotadas en el envase, que indicaba la cantidad exacta de unidades. “Todo está bien. No hay engaño”, “si usted mantiene sus dudas, cuente las unidades”. Y allí nos quedamos, con la desagradable sensación de haber sido timados, pero imposibilitados de hacer reclamo alguno.

Pastas dentífricas: Los envases metálicos tan típicos de antaño, has cedido lugar al plástico. El desengaño (y la rabia), se produce cuando al presionar el tubo, percibe que gran parte del contenido, no es de producto, sino de aire. Y suma y sigue… al final terminamos acostumbrándonos tanto a ser timados, que ya ni nos sorprende ni nos importa.

Otro modo en que este “quinto elemento” nos afecta y agrede, es exacerbando nuestras inclinaciones a querer tener lo que no necesitamos, con dinero que no tenemos para impresionar a quienes no les importa. Aquí, este quinto elemento, ideó un invento “maravilloso”. (maravilloso para ellos, claro): Las tarjetas de crédito, también llamadas “dinero plástico”. Y junto con este “inventito”, las grandes corporaciones comerciales y financieras, han formado una “base de datos de potenciales clientes” utilizando, entre otros métodos, la moderna tecnología del Internet.

“Ah.. –dirá usted–, yo no me presto para eso”. Pero no tiene salida… Quiéralo ó no, usted estará (si es que ya no lo está) incorporado a esta base de datos comercial y financiera. Baste que usted tenga un revés económico (producto de gastos médicos onerosos, cesantía, robo, etc.) ó si debe solicitar los servicios de agua potable, energía eléctrica, telefonía, etc. Con una sonrisa simpática, le solicitarán sus datos personales “para llenar las formas”, y ya está… ya está incorporado a la base de datos “multipropósito” y “multi-distribuíble”. Lo siguiente, es que recibirá por correo ofertas de toda clase; artilugios electrónicos, planes vacacionales, etc, y por supuesto, ofertas de préstamos… muchos, muchos préstamos. Y no faltarán quienes le envíen su propia tarjeta de crédito con su nombre impreso y lista para usar. ¿Qué no recuerda haberla solicitado?... Eso no tiene la menor importancia, sus datos fueron obtenidos de la famosa “base de datos”, sobre la cual los ofertantes se apresurarán en asegurarle que sus datos son “absolutamente confidenciales”. ¿¿??

Y aquí comienza la odisea. Lamentablemente muchas personas, especialmente jóvenes inexpertos, caen en la tentación de comprar aparentemente “sin dinero”… aparentemente… porque no solo habrán de pagar lo comprado, sino que además pagarán los intereses que cada vez son más usureros y abusivos… pero como las cuotas son “chiquitas”, no notarán el “asalto en descampado”. Si se toman la molestia de sumar lo pagado (cosa que rara vez hará un despistado adolescente), descubrirán que han pagado casi el doble de lo gastado, si acaso no más, pues si se atrasan en el pago (cosa que es frecuente) se les agregarán los dichosos “gastos de cobranza”.

Pero eso no es todo… (¿hay más?). Muchas financieras usan el método de “intereses escalonados”. Usura pura, pero legal. Se lo ilustro… Imagine que usted pide un crédito o préstamo (directo o a través de su tarjeta de crédito), a digamos… 10 meses. Para el ejemplo solicitaremos $ 100.000, a un “conveniente interés de 4,5% mensual. Qué conveniente dirá usted… pero no sabe lo que le espera… Usted recibe sus $ 100.000 pero su deuda es de $ 110.500. ¿Qué pasó? Ah… no se preocupe… es que le acaban de cargar a su cuenta, los primeros intereses del primer mes a utilizar, de $ 4.500 ( 4,5% sobre $ 100.000), $ 5.000 en gastos de operación y apertura, y $ 1.000 de comisión financiera.

Su primera cuota es de $ 10.000 más el interés del siguiente mes, es decir 4,5% sobre 100.500 = $ 4.523 (¿pero porqué sobre $ 100.500, –dirá usted– si yo pagué mi primera cuota de $ 10.000? ¿no debería ser sobre $ 10.000?). No, pues Ud. acordó los términos. Y los términos dicen que el interés se paga sobre el saldo de su deuda, no sobre la cuota. (¿Pero no debería ser entonces sobre $ 90.000, ya que aboné $ 10.000?). Otra vez está equivocado… ¿olvidó que su deuda inicial era de $ 110.500?. ( Sí, pero los $ 4.500 iniciales eran intereses, no capital –dirá usted, ya incomodándose– ¿Porqué me cobran intereses sobre intereses?). Dice bien “eran intereses”, pero como se los sumaron a su deuda, pasaron a formar parte del capital adeudado, así como los gastos de operación y comisión. Ahora calcule = Su saldo deudor inicial $ 110.500, menos su primer abono de $ 10.000, restan $ 100.500… ¿me sigue? Ahora los intereses sobre su saldo restante= 4,5% sobre $ 100.500 = 4.523. De modo que la primera cuota que deberá pagar, es de $ 14.523, y mantiene su deuda en $ 100.500 para el mes siguiente. O sea, acaba de pagar $ 14.523 y ni siquiera ha rebajado el monto de lo que le prestaron, es más sigue siendo mayor. ¿Va entendiendo el jueguito?.

Pero además los “generosos acreedores” le tienen otras “joyitas”. Le ofrecerán pagar una “cuota mínima, en vez de la correspondiente, por ejemplo… $ 4.000. (Pero qué considerados –pensará usted). Nada… usted apenas paga el interés y su saldo sigue sin ser rebajado, lo que les permite a sus “considerados acreedores”, seguir cobrando sus intereses por mucho más tiempo del que usted tenía presupuestado, y sin notarlo terminará pagando un interés final usurero pero perfectamente legal. Ahora si se atrasa o no puede pagar la cuota del mes, esos intereses adeudados y los gastos de cobranza, pasarán a formar parte de su capital adeudado, lo que naturalmente hará que termine pagando mayores intereses.

Otra de las “joyitas” : Si usted se ve urgido con los pagos, debido a que su deuda ha crecido y por ello se atrasa en una o dos cuotas, prepárese a pagar todos los meses una cuota mayor, la que incluye los gastos de cobranza de la o las cuotas vencidas, comisiones e intereses agregados.

Existe otra “joyita” preparada para cuando usted entre en estado de desesperación y llegue casi llorando a enrostrarle a la financiera su falta de humanidad con usted. Primero le dirán (siempre con una sonrisa), que al contrario. Usted debería agradecerles que han sido comprensivos con usted, y no le han enviado al abogado ni cobranza judicial. De nada valdrá que usted les recuerde que siempre fue un cliente puntual y responsable, cuando no tenía problemas financieros. Lamentarán no ser responsables de que el mundo comercial sea “frío e impersonal, como el dinero”. Y cuando esté a punto de darle un ataque..., le ofrecerán la solución definitiva. (No confundir con la “solución final” que utilizaban los nazis con los judíos, aunque se le parezca). “¿Porqué no renegocia su deuda con nosotros?” . Esta “solución” puede venir desde otra financiera ávida de quitarle sus “víctimas” a su acreedor de turno.

¿En qué consiste la solución?. Bueno, aunque es verdad que le quita la presión inmediata de su deuda vencida y encarecida, la joyita no es gratis... ni mucho menos. Se trata de “congelar” su deuda actual, agregarle todos los gastos generados (intereses adeudados, comisiones, gastos de cobranza, honorarios del abogado de la empresa de cobranza, etc.) y comenzar de nuevo, como si fuera un nuevo préstamo, el cual podrá comenzar a pagar en uno, dos o tres meses más, “para que usted se desahogue”. Claro que si usted elige comenzar a pagar a contar del tercer mes (pago diferido), le agregarán los intereses de esos tres meses sobre el saldo total de su nuevo préstamo. Y para “ayudarlo” le ofrecerán una cuota “chiquita, chiquita”. Chiquita la cuota... pero lo que usted pagará al final no tendrá nada de chiquito. Así, un préstamo de $ 100.000 que usted planificó pagar en 10 meses, se transforma fácilmente en uno de casi el doble ó mas del doble, pagadero en dos o tres años.

Así trabaja este “Quinto elemento”. El caso es que se nos sorprende desprevenidos, sin pensar que nos pueda pasar a nosotros. Pero el “suceso, (cada día más) imprevisto”, nos amenaza a la vuelta de cada esquina.

Da pena ver que jovencitos y jovencitas tienen a sus padres enfermos de angustia por las deudas en que sus hijos han incurrido pensando que “de algún modo mi papá o mi mamá lo pagará”. Más pena da, ver a sus padres endeudados hasta “más allá de Armagedón”, o “descarriados de la fe” por no haber sabido precaverse del traicionero “Quinto elemento”.

Para meditarlo, ¿verdad?...

He’Mem