9.15.2010

─Oh, Enemiga nuestra─



MUERTE...
        La sola mención de ella hace que muchos no puedan evitar un frio escalofrío por todo su cuerpo. La verdad es que nadie la desea, a menos que esté sufriendo penurias más difíciles de soportar que ella misma. Sin embargo tenemos que aceptar que ella siempre ha estado a nuestro lado, desde los comienzos mismos de la humanidad. Y lo estará, quién sabe por cuánto tiempo más. El Génesis la nombra por primera vez, entre las advertencias del Creador a nuestros primeros padres (Génesis 2:16 y 17).
       Muchos amantes de la vida, se preguntan por qué existe la muerte. Cuál es su razón de ser. Algunos culpan a Dios de haberla creado para hacernos sufrir, o para que tengamos algo por lo cual suplicarle misericordia. Otros la señalan como prueba de la falibilidad del Creador y su fracaso con la creación humana. Nada más lejos de la verdad.
       Los estudiosos de la Biblia saben la respuesta. Todo está relacionado con las ansias de poder de una criatura espiritual que quiso hacerse igual a Dios. Menuda torpeza vestida de vanidad. Lo malo es que esta criatura, para lograr sus fines, arrastró a la rebelión a los humanos recién creados. Y como podremos corroborar, todos sus descendientes estamos recorriendo el camino de la vida que inexorablemente nos lleva a encontrarnos “cara a cara” con la huesuda faz de la muerte.
      Quizás algunos le pregunten retóricamente a nuestro incomprendido Dios “¿Era necesario?”. Y si lo es ¿No podría ser más llevadera y sutil? Lo angustioso para los que la tenemos que sufrir, es que como somos conscientes de nuestra existencia, nos aferramos a la vida, y tenemos, miedo, terror o pánico a la muerte, es decir a lo que ella significa… dejar de existir. Y ahí pensamos en todos los millones de millones que ya han muerto, y nos resulta abismante aceptar que todos ellos dejaron de existir y que nunca más volverán a estar conscientes de su paso por la vida. Triste.
      Los animales, por otro lado, parecen aceptar la muerte tan naturalmente como la vida… claro, ellos no están conscientes de su existencia, no recuerdan su pasado ni planifican su futuro, solo viven su eterno presente, por supuesto lo de “eterno” es solo un decir, ellos, en su mayoría, mueren antes que nosotros.
Entonces, ¿Quién creo la muerte, y para qué? En una palabra…nadie…
       La muerte es el resultado de la vida… claro, para que ella existiera, primero debió existir la vida, ya que teóricamente se dice que la “muerte” es el cese de todas las funciones vitales de alguien que previamente estaba vivo. Por tanto la muerte es lo contrario de la vida. Si la vida es existencia (inteligente o instintiva), entonces la muerte es la inexistencia, o el acto de dejar de existir. Según el Libro sagrado, nunca fue el propósito del Creador que la muerte fuera parte de la “vida” de los humanos. (Hubiera sido una crueldad de parte de Él, crear a los hombres con un apego consciente y “mórbido” a la vida y luego angustiarlos con el momento de su muerte. Nada más alejado de la bondad de Dios).
      La muerte tampoco tiene alguna finalidad específica, al menos no en cuanto a los humanos. Todo indica que Dios tiene un propósito distinto al respecto para la creación animal. Al parecer ésta debía ser un proceso natural, pues no se hace ninguna alusión a ellos en la Biblia, al explicar cómo se introdujo la muerte en la familia humana. Solo si el hombre desobedecía, gustaría la muerte (dejaría de existir). Por ello la promesa de vida eterna para los obedientes y los que aman a Jehová Dios. No tendrán que morir NUNCA.

      Por ahora, la muerte se ha conformado en un castigo a la desobediencia, y un terror para los que desconocen el propósito de Dios. A los mensajeros del Reino, les corresponde entonces consolar a los que todavía temen a la muerte. Dentro de poco, solo será un mal recuerdo… y nada más. Como el último enemigo (nuestro), será reducida a la nada. (1ra. Cor. 15:24-26). Se le dará “muerte”.


He’Mem