12.23.2006

—Injusticia—

Oh, injusticia...
Eres el lagar de la humanidad,
donde se pisotean los sueños y esperanzas.
Donde se oprime al justo.

Eres la nefasta realidad,
la verdad cruenta y maloliente.
Haces que mi prosa se vuelva hiel,
y mis versos, violencia.

No te soportan los afanes
ni te aguantan los leales.
Eres de la vida, su hedor,
de los sueños...la muerte

¡Oh, injusticia cruel!
¿Hasta cuándo debemos cargarte?
Se te acaba el tiempo... ha concluido.
Sobre ti se cierne tu sino... A los pies del Rey triunfante yacerá tu destino.

José Santos
Septiembre 2006

12.22.2006

—De pié frente a la vida—

Como todos, he caminado la vida. A veces la he corrido.
Otras la he esquivado, no siempre con mucho éxito.
Por años jugué a salir del capullo. A dejar las pantaletas cortas.

Descubrí que la vida, esta vida, no es eterna.
Sin entender, me despedí del rostro frió y pálido de los abuelos
tras el vidrio del deprimente cajón negro. Limpié mis lágrimas del cristal.

Me aterrorizó verme frente a la vida, cuando terminó mi mundo de fantasía,
tras las puertas de mi colegio. Cuando un día cualquiera,
mi madre no me apuró para coger el ómnibus.

Remolón y aturdido me hice de un magro empleo.
¡Oh, risas juveniles...! ¿Dónde están?¿Porqué me han dejado solo?
No quise siquiera creerme hombre. Pero la vida me lo gritó en la cara.

Las sienes nevadas de mis viejos, me recuerdan la Cordillera.
La veo siempre desde mi ventana, al atardecer.
Mi mujer corrige al hijo inquieto. Mancha mi pantalón con dulce.

Me pregunto si volveré a resolver mi dilema... alcanzar el fin de mes.
Rodeo la cintura de mi esposa, mientras miramos las estrellas...
afuera, en el portal... de pié... frente a la vida.


José Santos
Dic.2006

10.31.2006

—Volver a ser niño otra vez—

Cuando cierro mis ojos, melancólico y me besa el silencio,
vuelvo a ser niño otra vez.
“ A la ronda ronda, girando y girando...girando y girando...”

Regresan a mi, cándidos juegos dormidos.
Sombras del ayer me toman de la mano.

Cuando el día se va, cuando se oculta el sol,
me elevo en el tiempo con solo desearlo.

“Arroz con leche, me quiero casar...”
al final de la ronda, con mi vecinita de enfrente,
si miguel no me vuelve a ganar....

“A recogerse niñitos, que el día ya se fue,
y mañana habrá que madrugar.....”

Me gusta ser niño otra vez,
cuando cierro mis ojos,
cuando me invade el silencio...

José Santos
1956

10.28.2006

—Cuando nieva en mis sienes—

Tu eres mi amor de otoño, amor que no se aparta de mi.
Que sigues viéndome con ojos enamorados, a pesar del tiempo,
a pesar de que ya cae la nieve... la nieve sobre mis sienes.

¿Se adhiere la hiedra más fuerte sobre la roca, que nuestro amor?
¡Jamás a podido hacerlo! Mira, su pequeña semilla ha brotado toda,
engalanando nuestra ventana.

Aquella que nos cobijó durante tantos años,
mientras nos bañaban los crepúsculos
pintándonos el rostro de cálidos colores.
Tu mano aún sigue sobre la mía,
mientras cae la nieve... la nieve sobre mis sienes.



José Santos
***
A mi esposa... llamada lealtad.

10.23.2006

—Por un instante de melancolía—

Aún recuerdo tu mirar nostálgico a través del ventanal,
al caer la tarde, cuando agonizaba el sol.
Parecías un retrato de Manet.
Habría dado todo en aquel momento por descubrir tus pensamientos.
Adivinar, tu meditar... tu nostalgia.
Quería descubrir el enlace mágico entre los pensamientos de tu corazón,
y su efecto en tu cálido mirar, en tu sereno rostro angelical.

Te observé por un instante, temeroso de que descubrieras mi curiosidad.
De que mi mirada indiscreta, rozara tu piel.
No quería romper el encanto de ese instante especial.
Eras para mi, como un ágil colibrí , absorto en el néctar de una flor,
a punto de escapar ante la mas mínima provocación.

Seguro, otro pensamiento ajeno y procáz, hizo huir al colibrí,
rompiendo en mil pedazos ese momento de cristal.
Y la magia voló hacia otros mundos.

Tu mirada atrapó a la mía, cuando intentaba huir sigilosa.
Tu sonrisa me rodeó de dulzura, y tus ojos almendrados,
me dejaron clavado al piso, hipnotizado.
Felino caminar descalzo, brazos generosos,
lograron al fin hacerme prisionero.
Y prisionero quedé de tu boca ansiosa, que presurosa
me prodigó de tus labios, su miel y su prosa.

¡Oh musa mía!
Regálame otro instante de melancolía,
que nunca mi alma se cansará de tu encanto.
Que mi pluma se alimente hasta saciarse,
bebiendo de tu pozo inagotable... de amor y melodía.

José Santos
Octubre 2006.-

Con amor a mi musa: Norma, mi esposa.

10.16.2006

—Sopa de tomates—

Olor ácido en el aire, picor en las narices...
Sopa de tomates caliente, vapor fragante.
Torrente de imágenes, sonidos y sonrisas.

La cocina de la abuela, hierro negro fundido.
Leña en un rincón. Gatito juguetón entre las maderas.
El chirriar eterno de una mecedora.

Apetente sonido de una cacerola, batido de manjar.
Música añorada que ha dejado de encantar.
Ha dejado lugar al mágico silencio nostálgico.

Imágenes pegoteadas en el tiempo, quebrajadas en sepia.
Mocosos corriendo sin sentido, risas chillonas
Sopa de tomates caliente, vapor fragante.

Mostachones puntiagudos, sombreros alones.
Viven ahora estáticos para siempre
Enmarcados en vidrio viejo y cartón.

Fragancia mágica en el aire, sopa de tomates caliente.

José Santos
2006

10.05.2006

—FANTASMA DEL PASADO—

Lo topé un día cualquiera.

Me crucé con él una mañana, caminando distraído y agitado...Entonces le vi.

No era alguien importante, sin embargo evocó violentamente mi pasado, mis recuerdos.
Me hizo recordar que un día fui joven y lleno de sueños acerca del futuro, cuando creía en quimeras.

Fue para mi como un fantasma del ayer, una sombra del pasado, de mucho tiempo atrás.
No sé si no me vio, o volteó la mirada para no tener que detenerse en el molesto afán de recordar, recordar nombres olvidados, mostrar sonrisas fingidas.

Recordé que ya lo había divisado antes, hace unos años. Extrañamente me pareció mas joven que la última vez que lo vi. Me pregunté si se habría teñido el cabello... quizás.
Tenía perdida la mirada, me pareció. Quizás en verdad no me vio.

Pronto lo perdí de vista, ya tenía mi mente en otras cosas, cosas en las que pensar.

Su figura se fue... como el ayer, fugaz e imperceptible a esconderse en mi pasado. A enterrarse en el recuerdo añejo, donde yacen mis peores días... y mis fantasmas del pasado.

EL AMARGO OFICIO DE ESCRITOR—Transcripción


Transcribo un interesante artículo de la escritora Estrella Cardona Gamio:

El amargo oficio de escritor

La literatura tiene dos caras como una moneda. La cara amable del reconocimiento público, el éxito, la fama, el dinero, y la cara oscura del anonimato y por ende del fracaso, la desesperación e incluso la miseria.

Muchas veces me han escrito, y me escriben, jóvenes escritores confiándome sus penas y su frustración al no verse ni tan siquiera atendidos por las editoriales a las que envían sus originales, eso por no hablar ya de los premios literarios a los que concurren en los que se puede constatar, la mayoría de los casos, que los originales no han sido leídos ya que regresan en perfecto estado con unas páginas que se aprecia no han sido siquiera hojeadas.

Estos jóvenes alevines de novelista suelen manifestar sus preocupaciones en tonos melodramáticos y muy literarios; creen que son unos incomprendidos, que no sirven para escribir y que nunca, nunca, nunca, nadie les hará caso y por ello sus obras jamás serán publicadas.

Incluso ha habido quien ha mencionado de forma harto significativa a John Kennedy Toole, en su La conjura de los necios; a estos desesperanzados les digo que en literatura sólo es válida una fórmula casi mágica: paciencia, porque el que espera puede conseguirlo, y si no espera y no destruye su obra en un arrebato, su obra le sobrevivirá y puede ocurrir el milagro aunque él no esté ya para disfrutarlo.

Peter Kennedy Toole, ejemplo que no debe seguirse, se suicidó en un rapto de desaliento, tal vez el alcohol que ingería fuese en parte el causante, pero su madre continuó en la brecha y gracias a la perseverancia de esta señora hoy todos admiramos el talento de su hijo. ¿Costaba tanto esperar? El caso de Kennedy Toole encierra una advertencia y una enseñanza que ha de servirnos, pero no es un hecho aislado porque la historia de la literatura está sembrada de ellos y los hay de todas las maneras en su antes y en su después.

Autor consagrado nadie nace y muchos se fueron al otro mundo sin saber que un día conseguirían aquello que tanto desearan y por lo que habían luchado toda su vida en vano (?).
El cementerio de los decepcionados ilustres es muy amplio pues carece de fronteras, sus lápidas forman avenidas de nombres conocidos por todos que nos hacen contemplarlas con simpatía y admiración, pero cada losa también tiene grabada una historia, una historia que debería otorgarnos esa experiencia “en cabeza ajena” de la que tan necesitados están los escritores bisoños quienes con llorar acusando al injusto mundo ya tienen bastante. Ellos no son las víctimas predilectas del destino, nadie lo ha sido en realidad, es lo que conlleva el amargo oficio de escritor y si se quiere serlo hay que aceptar este tributo... o dedicarse a otra cosa menos grata pero más práctica.

¿Que hoy no te hacen caso, que te devuelven los originales con cuatro frías palabras, y por esta causa te suicidas, o al menos lo intentas hundiéndote en un morboso éxtasis de autocompasión, que tienes que renunciar a tus sueños y convertirte en un oscuro oficinista, que te mueres sin pena ni gloria y al cabo de cincuenta, sesenta o cien años reconocen tu talento y te rinden multitudinarios homenajes de los que no te enteras?, bueno, ¿y qué?, eso es lo que hay porque ser escritor es una profesión de riesgo, si es que aún lo ignorabas, pero también tiene su contrapartida, estás entre los elegidos, y si no te lo crees, sigue leyendo.

Poe, siempre recurriremos a él, es uno de los más significativos, toda una corta existencia de lucha, la muerte y luego la fama y la gloria que en vida no tuvo.

Jules Verne, cuarentón ya, que envió, y se necesita moral, sus Cinco semanas en globo a 15 editores, novela que estuvo a punto de acabar en el fuego ya que, según dice la leyenda, salvó su esposa Honorine para bien pues el número 16 la publicó, convirtiéndose en el editor vitalicio del escritor francés, a quien un Verne agradecido le fue fiel siempre hasta el extremo de trabajar a destajo para él, el único que le había hecho caso. Razón por la cual Jules Verne ha sido criticado injustamente por sus biógrafos, que no han sabido comprender cómo el editor Hetzel le salvó del suicidio moral y le hizo recobrar la autoestima.

Otra muestra la tenemos en Henry James, autor de las memorables Washington Square, Los papeles de Aspern, Otra vuelta de tuerca y Las bostonianas, entre muchas más obras, novelista que vendió poco en su tiempo, que no fue apreciado por el público y que sólo 50 años después de su muerte empezó a ser reconocido.

Herman Melville, a quien, pasado el boom de un éxito juvenil inicial, años más tarde el fracaso de Moby Dick con sólo 17 ejemplares vendidos, le obligó a replantearse su carrera de escritor lo que le condujo a acabar como funcionario.

¿Y qué decir de Emily Dickinson que en vida sólo vio publicados siete poemas habiendo escrito más de dos mil, y que falleció sin llegar a saber la celebridad que adquiriría en el siglo XX?
Otro tanto podríamos decir de Emily Brontë, la autora de Cumbres borrascosas, historia ya muy conocida.

En cuanto a Charles Dickens, un triunfador sí, pero que tuvo que lidiar contra la copia fraudulenta de sus obras y al que debemos los derechos de autor.

¿Y Gustavo Adolfo Bécquer, en cuyo lecho de muerte, enfermo y en la miseria, auguró proféticamente que sus Leyendas y sus Rimas le sobrevivirían?

Zorrilla es otro ejemplo malvendiendo su Tenorio apremiado por la necesidad.

Marcel Proust pasándose toda la vida escribiendo en torno al tiempo perdido y retrobado, una obra que los editores rechazaban de continuo.

Edgar Rice Burroughs, autor de Tarzán y también de la saga marciana de John Carter, quien dejó esta significativa y patética frase a la posteridad: Escribo para escaparme... Para escaparme de la pobreza (se supone que la escribió en sus comienzos de novelista porque luego el éxito alcanzado fue considerable).

Vladimir Nabokov anatemizado por una Lolita que casi acabó también en la hoguera, y a la que, curiosa coincidencia, rescató la esposa del escritor.

Y, finalmente —para concluir con la lista y no porque ésta se haya terminado—, J.K.Rowling, madre divorciada y sin trabajo, escribiendo en bares porque no podía costearse la calefacción de su casa, recorrió muchas editoriales antes de ser aceptada en Bloomsbury... gracias a que una niñita, hija del editor, empezó a leer por su propia iniciativa el original y al concluir le exigió a su padre: ¡quiero más!

Bien, ¿qué os parece, muchachos, vosotros que os quejáis enviando vuestros mensajes en simbólicas botellas arrojadas al mar de la red, no es un motivo de orgullo... y de esperanza, contar con semejantes predecesores?

www.letralia.com —Letralia, tierra de letras—

8.18.2006

—LA COSA INTRIGANTE—


—La cosa intrigante—

La conocí un día. Siendo apenas un bebé me topé con ella. Debo admitir que cuando la vi por primera vez, nunca pensé que sería tan peligrosa y seductora. Muchos me han hablado de ella. Pero no di crédito a sus palabras de advertencia. Parecía tan poca cosa, frágil, de fácil dominio. Jamás imaginé el poder que con el tiempo tendría sobre mi.
Cuidado!, puede ser muy peligrosa, incluso fatal....” “Patrañas”, pensé. No hay nada que sea fatal, a menos que uno lo permita, protesté. Bueno, como todos, pequé de iluso. Cándido, diría yo. Claro que eso lo vengo a concluir ahora. Ahora, cuando ya el daño está hecho. Creer que uno conoce bien algo, es una cosa. Conocerla en realidad, otra muy distinta. Nos pasa a todos. Solo cuando ha pasado mucho tiempo, y uno da una mirada en retrospectiva, puede ver en su real dimensión las cosas. También “la cosa”.
Uno puede ver que el tiempo permite evaluar mejor las cosas. Con fría y mordaz franqueza, el tiempo nos dice lo tonto o sabios que fuimos para con ella...”la cosa intrigante”. Y en mi caso, tendré que concluir que fui un tonto. O para no ser tan duro conmigo mismo, un iluso. Minimicé tontamente la influencia que tendría sobre mi. Sin pretender excusarse ni escudarse en el viejo adagio de que “mal de muchos es consuelo de tontos”, debemos reconocer que son muy pocos los que logran mantenerse en pié delante de... “la cosa”.
Reconozcamos que es muy común verla llegar sutil e imperceptiblemente a nuestro lado. Casi como por puro azar. Nos da una sola mirada... a veces eso solo basta, y nos atrapa irremediablemente. Claro está que no siempre termina siendo perjudicial. Alguien dijo por ahí que puede ser tan ambigua como una navaja. Si se la usa correctamente, puede suavizarnos el cutis y la piel, dejándola tersa y agradable. O puede simplemente cortarnos el cuello.
Imagínese mi extrañeza cuando escuché esta comparación por primera vez. Me pareció tan fuera de lugar. Tan inapropiada para referirse a “la cosa”. Pero ahora, desde una mejor óptica, he comprobado que ha cortado mas cuellos que suavizado cutis. Es realmente peligrosa esta “cosa”, cuando no se le usa con cuidado. Pero creo que nadie jamás pensaría vivir sin ella. Tiene su encanto después de todo.
Oscuro panorama para quién no la llega a conocer bien...¿verdad? Pero sin ella ¿qué sería de nosotros?. “La humanidad sería más feliz sin ella”, dijo alguien una vez. Creo que se equivoca. La necesitamos. Dejaríamos de ser humanos si no contáramos con ella. “¿iluso?”... ¿será cierto que lo somos al creer que la necesitamos?. Vamos, después de todo contamos con la inteligencia y la experiencia acumulada. ¿No nos basta? Rotundamente...NO. Le faltaría la sazón. Y “la cosa” es la sazón.
Sí, ella le da “sabor” al conocimiento, a la investigación. Es la antesala del conocimiento y el intelecto. ¿Tanto así? Tanto así. Si no pregúntele a mi vecino, quien se ufana diciendo que gracias a ella hoy es Ingeniero Civil con Membresía y Doctorado en no sé cuantas cosas. Yo no creo que sea tanto así en el caso de él...pero si él lo dice... De todos modos todos tenemos algo que agradecerle al fin y al cabo. Definitivamente.
Instantáneamente se nos acabaría la razón de levantarnos cada mañana, si no la tuviéramos; el motivo para ir a estudiar lo que nos gusta; las ganas de conocer nuevas amistades; visitar lugares exóticos. En fin... de disfrutar de su “ladino” encanto, un encanto... peligroso sí. ¿No seremos un poco mórbidos?... ¿?... Noooo. Mas bien exquisitamente... intrigantes. Y no es cosa de adrenalina si no, amor al riesgo... ¿¿??... ¿no es lo mismo?
Dicho sea de paso, es lógico que no nos guste que nadie ni nada (ni siquiera la “cosa”) nos diga lo que tenemos que investigar o estudiar. Es cosa de gustos. Y como dicen en la sabiduría popular “en cosa de gustos...”. Pero uno no puede dejar de pensar que no siempre es malo dejarse aconsejar, especialmente si el consejo es equilibrado y sabio. ¿Será sabio hacer caso a las sugerencias de “la cosa”?. La verdad es que asusta. Especialmente cuando se ven los resultados mayoritariamente adversos de los que se han dejado seducir por ella.
Aclaremos, eso sí, que no pretendemos asustar a nadie. No. Pero es necesario un poco de precaución. No sea que nos dejemos llevar por los “cantos de sirena” con que la “cosa” nos seduce y atrae. No podemos tampoco caer en la candidez extrema. Ni en ninguna candidez. ¿No le resulta atemorizante que en este mismo momento podemos estar siendo conducidos como “toros al matadero” por la enigmática cosa, y ni nos hayamos percatado de ello?
Debemos concluir, finalmente, que aunque no nos agrade reconocerlo, siempre esta “cosa intrigante” nos conducirá a dónde ella quiera si no la controlamos como con las riendas de un corcel. Y usted no está exento de ella... ni por un momento lo piense...¿No lo cree? ¿Y quién cree que lo trajo hasta el final de estas líneas?. Si junta las letras en negritas del lado izquierdo la descubrirá.... ¡Qué miedo! ¿Verdad?.....




















¿Podrá dormir esta noche, después de esto?... Nia, ja, JA, JA, JA, Jua,jua,juaaaaaaaaa..

7.18.2006

ALGO ESTÁ PASANDO


ALGO ESTÁ PASANDO ¿NO CREES?










Las noticias internacionales de los últimos años y particularmente durante los últimos meses, han tenido convulsionado a todo el mundo. La pavorosa idea de que el mundo está coqueteando con una tercera guerra mundial (esta vez atómica), tiene sin dormir a muchos pensadores. La mayoría sin embargo, parece que viven en otro mundo. Nada les saca de su inerciática indiferencia. Su “mundo personal” no ha sido alterado gran cosa. Los terribles augurios noticieros no son mas que “noticias de la tarde” para ellos. Sin embargo es bueno prestar oído a los comentarios de los analistas de los conflictos actuales, para sacudir un poco la “rutina” del día a día. Uno de ellos expresó hace poco (en una entrevista televisiva) que, según él, “la única solución cuerda a todo este embrollo y peligro latente, es que las naciones en general le den la suficiente autoridad a las Naciones Unidas para que este organismo político puede evitar una catástrofe mayor.” Y parece que para allá vamos. “La necesidad hace al remedio” dice el dicho. Todo parece indicar que no les quedará otra a las naciones que ceder sus soberanías, celosamente guardadas por mucho tiempo, a la ONU. ¿Será así? A los estudiosos de las profecías bíblicas “se les paran los pelos de punta” diríamos. Por “una hora” se le dará autoridad a la “imagen de la bestia”, según el libro Sagrado.
Por otro lado se suman las voces que culpan directamente a las religiones, especialmente a las fundamentalistas y tradicionales de fomentar el odio entre sus congéneres. No han faltado los que han propuesto eliminar las religiones para lograr una paz verdadera.
Súmele a todo esto, las catástrofes naturales de este último tiempo con sus miles y miles de víctimas. Pareciera que un poderoso gigante hubiera tomado la tierra por sus cuatro costados y la mece de aquí para allá.
No. No todo “sigue igual”. Algo está pasando... se huele en el aire.... ¿No crees?

6.24.2006

¿Y ESO ERA TODO?


TODOS PENSAMOS EN ELLA, SOLO QUE NO LO COMENTAMOS.

Así es. Desde que nos enteramos de la irremediable realidad de que un (¿buen?) día tenemos que irnos de esta vida, no dejamos de pensar en la muerte de cuando en cuando. Especialmente cuando vamos acercándonos al límite de edad del ser humano. Tristemente vemos desaparecer tras las lápidas frías y blancas decoradas de flores de plástico, a nuestros amados. Primero miramos con melancolía la partida de nuestros abuelos. Con tristeza y desconsuelo la de nuestros padres. A veces nos angustia ver la partida de un hijo o un nieto. Nos estremece enterarnos que cada vez “se van” más y más de nuestros amigos y compañeros de la escuela: “ Oye, ¿y qué es del Negro Ormazábal? ¿ Lo has visto?” “Ah, ¿Qué no supiste que murió de cáncer?” “¡Noooo! ¿y cuándo....?” “La semana pasada”. Y ahí nos preguntamos si no seremos los próximos. Claro, no es grato estar pensando siempre en que algún día vamos a morir. Pero de que vamos a morir... vamos a morir.
Los jóvenes no gustan hablar del tema. El “momento para ellos” está demasiado lejos como para detenerse a meditar en lo efímera de la vida. Miran a los “viejos” como con lástima o desinterés: “Bueno, ellos ya vivieron su vida ¿no?” “Recién tengo 17 años como para “pasarme rollos” con ese tema, no pasa nada”. Lo irónico del asunto, es que tarde descubrimos que en realidad nunca dejamos de ser jóvenes por dentro. Nos damos cuenta con pena, que solo envejecemos por fuera. Cuando nos vemos al espejo. Pero que en nuestro “yo interno” seguimos siendo adolescentes con sentido del humor, solo que con un poco más de experiencia. El otro día mi hija (de 19 años), me preguntó: ¿Papá, qué se siente haber vivido todos esos años que tú tienes?”. La pensé un poco.... y le contesté: “Nada, hija, nada. Es como si aún estuviera en los veinte. Los años pasan sin que los percibas, y la vida se te hace angustiosamente breve, injustamente breve”.

Sin embargo es el temor a lo desconocido, el no saber qué hay “en el más allá”, lo que asusta a muchos. Se imaginan que allí termina todo, o que les espera alguna desagradable sorpresa desconocida. Para muchos el simplemente dejar de existir para siempre es algo demasiado terrorífico y abrumador para siquiera pensarlo. No faltan los que están convencidos que volverán convertidos en un pájaro, un caballo u otro desagradable insecto en un ciclo interminable de reencarnaciones. Otros se conforman en pensar que “tal vez” irán al cielo a vivir entre nubes de algodón para hacer no sé qué cosa, o pasársela mirando hacia abajo a ver cómo se las siguen arreglando los pobre que siguen vivos.

Sin embargo la realidad es otra. Maravillosamente diferente a todos esos “augurios fatalistas”. Solo que es penoso que tan pocos conozcan esa realidad, y muchos menos siquiera la crean. Si tan solo pudieran darse tiempo para comprobar la verdad acerca de la muerte. ¿Es tan difícil percibir que nuestro maravilloso cerebro (a años luz de las computadoras de última generación), capaz de no solo pensar, sino de sacar conclusiones, calcular probabilidades estimar resultados, tomar decisiones basadas en todos esos “procesos complejos”, capaz de recordar y repasar el pasado, manejarse en el presente y proyectarse al futuro, no pudo aparecer así no mas como de la nada? ¿Qué nuestra capacidad de amar, de apreciar, de añorar, de percibir la conciencia de la existencia, de darnos cuenta que dejaremos de existir un día, alguien la puso allí? ¿Qué el deseo de no morir nunca, que el hecho de angustiarnos por el término de nuestra vida, que el no conformarnos nunca por la pérdida de nuestros amados, nos grita que no fuimos creados para morir? Entonces, ¿porqué morimos, por Dios? No por causa de Dios, el Creador. El nos creó con la capacidad de pensar e investigar. Nos dio la inteligencia suficiente para comprobar sus explicaciones acerca del porqué de la muerte. Las respuestas están justo delante de nuestras narices, pero a veces somos demasiados escépticos como para interesarnos en investigar. Esperamos a última hora, cuando estamos agonizando apavorados, para mirar al cielo y preguntar “¿Por qué?, ¿Por qué?”.

Si investigamos las explicaciones del creador, comprobamos. Y si comprobamos creemos y nos tranquilizamos. Llegamos a comprobar que la famosa muerte, es una enemiga, pero en el fondo no es nada. Solo un sueño. Que al dar nuestro último suspiro y nuestro último parpadeo, instantáneamente volvemos a abrir los ojos, en un microsegundo, y ya estamos en otro mundo. En el mismo planeta pero en otro mundo. Y nos bajamos del camastro para comprobar que allí están nuevamente todos nuestros amados. Y se nos dice que ya no moriremos nunca más “¿Es que me morí?” Preguntaremos incrédulos. “Pero si acabo de cerrar los ojos solamente”. Y entonces nos lamentaremos de habernos preocupado tanto durante toda nuestra “vida” del hecho de que íbamos a morir. Si en realidad nunca nos morimos... solo fue un cerrar y abrir de ojos.... Preguntaremos incrédulos...”¿Y eso era todo?”. ¿Podremos dejar de reír tanto?

3.11.2006

LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN


Es sorprendente lo que existe mas allá de nuestra miope visión humana. El Creador hace gala de su enorme poder engalanado en hermosa arquitectura artística...
Aquí tienen un sitio para disfrutar de algunas de ellas...
http://hytaipan.home.comcast.net/hubble640.html

Gracias a Nancy Luna, por su lindísima información acerca de este sitio.

2.22.2006

¡¡¡ TSUNAMI !!!!















Tsunami!!!!

Hoy nuevamente hicieron sonar las sirenas de alarma de tsunami en la ciudad.
Se sintieron durante gran parte del día, como ensayo para regular el sonido de las bocinas.
La idea es que se escuchen en toda la ciudad, dicen las autoridades (¿O que se asusten en toda la ciudad?).
La verdad es que ya estamos acostumbrándonos a esta “realidad”. Como si fuera poco vivir con el fantasma de un esperado Terremoto catastrófico, ya que cada vez que sufrimos uno grande, todos dicen “Este no es. El que esperamos es mucho mas grande”. ¿Alguien puede dormir?
Para colmo un entretenido antofagastino nos regala esta foto-ficción en la red de cómo será el maremoto en nuestras costas. Todavía tenemos en la retina las imágenes del tsunami en le india. ¿Gracioso no? Hasta tenemos que conocer la señalética a doc’. ¡Plop!

2.09.2006

VIVIENDO DENTRO DE UNA PELÍCULA

UNA NOCHE DE AQUELLAS

Las historias y cuentos acerca de los seres humanos, siempre están basadas en hechos que ocurrieron, están sucediendo o pueden suceder, excepto las historias fantásticas o de ciencia-ficción surrealista (Ya que Julio Berne y Leonardo Da’ Vinci probaron que todo puede suceder en este campo).
En una oportunidad vi una película acerca de un individuo cualquiera al que le sucedió de todo en una sola noche (lamentablemente no recuerdo el título). El director trató de transmitir la idea de que nuestra vida es tan inestable y errática, que por azar, pudieran ocurrirnos cosas tan extrañas, que pudieran caer en el terreno de lo inverosímil, pero perfectamente posible. Bueno anoche, ¡comprobé que eso es la más absoluta verdad!.

Comenzaré diciendo que si alguien me hubiera dicho que andaría paseando por mi ciudad a las dos de la madrugada absolutamente vulnerable a cualquier asalto, o peor aún, a ser asesinado por unos mozalbetes, habría dicho que estaba loco.

Durante la tarde de ayer disfrutamos de una tardía visita al balneario que está cerca de donde vivo. Fuimos con mi esposa, mi hija, mi nuera y mis nietos de dos años y tres meses respectivamente. Mi hijo, padre de mis nietos, se encontraba fuera de la ciudad por trabajo. Esa noche invitamos a nuestra nuera a quedarse en casa, ya que los niños (y nosotros) estábamos muy cansados después del paseo. Nos acostamos temprano y nos dormimos de inmediato, como a las nueve de la noche. Y eso estaba absolutamente dentro de lo normal, y hasta aquí no se imaginaría nadie que algo inesperado pudiera suceder. Pero....

El mayorcito de mis nietos despertó como a las doce de la noche con un malestar que lo hacía quejarse mucho. Sin poder determinar qué era, lo paseamos un poco y devolvió su estómago. Algo que comió le había caído mal. Como el malestar no remitía, optamos por llevarlo a un policlínico cercano, como a eso de las una de la madrugada. En el edificio asistencial, le encontraron una acidez aguda y le recomendaron unas gotas para el dolor y una dieta blanda. Pero (y aquí me acordé la película esa, mencionada al principio), en el lugar no había remedios para tratarlo. (Lo que no es raro en estos lugares públicos y gubernamentales). Por ello debí dejar a mi nuera en casa, y luego dirigirme al centro de la ciudad a buscar una farmacia de turno. Como no tengo vehículo, debí abordar un taxi colectivo como a eso de las una treinta de la madrugada.
El taxi solo me llevaba a mi como pasajero. El chofer, muy parlanchín, me dio conversa y me habló de lo peligrosa que se ha puesto la ciudad en la noche. (como para prepararme el ánimo ¿¿??) Me preguntó el motivo de mi ida al centro de la ciudad. Dijo no saber qué farmacia estaba de turno. Le pedí me dejara cerca de una que está por su recorrido. Cuando llegamos, la farmacia en cuestión estaba cerrada. Cuando fui a bajarme, me dijo, en tono preocupado... “¿Y va a pasearse por aquí, a esta hora?”. Me imaginé los titulares del día siguiente: “Hombre mayor asaltado en pleno centro. Apuñalado por no tener dinero”. Lo miré en tono de pregunta. Me dijo “Vea en el portón de la farmacia, cuál de ellas está de turno. Y véngase, lo espero y lo llevaré a otra”. Luego de constatar cuál estaba de turno, el amable señor me llevo en su recorrido, y me dejó muy cerca de la farmacia de turno, sin antes recordarme: “Tenga cuidado”. Me pregunté qué cosas están sucediendo en mi propia ciudad en la noche que no es de mi conocimiento, y que al parecer el taxista conocía muy bien. La media cuadra que recorrí para llegar a la farmacia, me parecieron kilómetros. Las calles estaban casi vacías de gente. Solo uno que otro borracho, algunos recolectores de cartones que hurgueteaban entre las basuras de los locales comerciales. Un matrimonio estaba comprando remedio por la pequeña ventanilla abierta de la farmacia. “Seguramente deben venir en vehículo particular” me dije. Luego, y antes que la dependienta cerrara la ventanilla, me precipité ansioso para que me atendiera. Lo hizo. Mientras le pasaba un billete para pagar el medicamento, no dejaba de mirar de reojo a todos lados. Luego caminé dos cuadras en dirección a una conocida calle donde pasa la locomoción colectiva. De algunos bares abiertos, salían grupos de muchachos y hombres, vociferando y bromeando entre ellos. En ese momento quise hacerme invisible, como en uno de esos cuentos de ficción. Luego de orar en mi interior, esperé unos 10 minutos (¿o fueron 10 horas?) hasta que pasó un colectivo que me trajo de regreso a mi casa. Al dirigirme desde el paradero donde me bajé, hasta mi casa, a unas tres cuadres del lugar, recordé haber leído que algunas personas habían sido asaltadas cerca de sus propios domicilios. Bueno... Llegué sin novedad a mi camita que me estaba esperando acogedora. Mi nuera y mi nieto estaban durmiendo. Les dejé el medicamento a la vista y me dormí. Como a las tres de la madrugada.
La reflexión que saco de todo este asunto, es la misma que el Director aquel, quiso comunicarnos: Que nuestra vida es tan inestable y errática, que por azar, pudieran ocurrirnos cosas tan extrañas, que pudieran caer en el terreno de lo inverosímil, pero perfectamente posible.

...¿No estaremos viviendo dentro de una película de suspenso policial?...

2.01.2006

NOVELA "CONTRA LA CORRIENTE".

Contra la corriente –Novela...


"La novela será editada en apartado con su mismo nombre en el Holding del grupo"

Disculpen las molestias.

POEMAS DE UN ESPOSO ENAMORADO

IMAGINAR QUE NO ESTÁS


Me gusta imaginar que no estás,
que te haz ido de mi lado.

Imaginar que no quieres verme, que odias mis enfados.
Imaginar el desamor, tu indiferencia y tu ausencia.
Solo para extasiarme en el placer de tu presencia,
gozarme en tus ojos enamorados, en tus promesas sinceras.
En saber que te tengo, y que nunca dejarás de quererme.

Me gusta imaginar que no estás,
que haz olvidado a tu amado.

Imaginar que andas por la vida sin el recuerdo anhelado.
Creer que nada te importa, que fui para ti solo una sombra,
que tus pensamientos me han exiliado, que tu voz no me nombra.
Solo para despertar al maravilloso presente de tu amor,
al encanto de tus besos, cuando enamorado, te presento una flor.

Me gusta imaginar que no estás....
En las noches estrelladas.

Cuando la luna esconde su rostro ruboroso.
Imaginar que no te importan las estrellas, que andas de cita con la luna,
cantando sueños complacientes, donde no soy protagonista de nada.
Hasta encontrarme con tus ojos dichosos de verme, húmedos de amor,
Estrecharnos en abrazos generosos, consumidos por la llama de Jah.

Me gusta... imaginar que no estás....

1.31.2006

1.30.2006

POEMAS DE UN ESPOSO ENAMORADO

Esposa mía

¿Puede detener el tiempo mi anhelo de estar junto a ti?
Aún cuando se cubra con el Seol, como una manta tardía, alejarme de ti, no, no podría.
Estás atada a mí, y yo esposado a ti, esposa amada, esposa mía.

El señor del tiempo hará del Seol un mero sueño, una irrealidad absurda,
en un abrir y cerrar de ojos, de tus hermosos ojos, de tus ojos almendrados.
Estás atada a mí, y yo esposado a ti, esposa amada, esposa mía.

Tal vez cambiarán las relaciones en la corriente del tiempo, pero nunca los corazones.
Serás esposa, o compañera y amiga, serás el viento o el aire, o lo que quieras ser, pero...
Estarás atada a mí, y yo esposado a ti, esposa amada, esposa mía.

Enero —2005

POEMAS DE UN ESPOSO ENAMORADO

—CUANDO NIEVA EN MIS SIENES—

Tu eres mi amor de otoño, amor que no se aparta de mi.
Que sigues viéndome con ojos enamorados, a pesar del tiempo, a pesar de que ya cae la nieve, la nieve sobre mis sienes.

¿Se adhiere la hiedra más fuerte sobre la roca, que nuestro amor?
¡Jamás a podido hacerlo! Mira, su pequeña semilla ha brotado toda, engalanando nuestra ventana.

Aquella que nos cobijó durante tantos años, mientras nos bañaban los crepúsculos pintándonos el rostro de cálidos colores. Tu mano aún sigue sobre la mía... mientras cae la nieve, la nieve sobre mis sienes.



***
A mi esposa...